Cuando por fin
pude cerrar la boca después de escuchar su relato… Negué varias veces y a
continuación, me eché a reír. Tan inoportuna e idiota como siempre. No podía
parar y él me miraba como si le estuviera doliendo mi reacción. Me tapé la boca y me
contuve.
Mi especialidad en este tipo de situaciones, estropearlas más si cabe.
-Dios mío… Lo siento. Es
terrible y no puedo imaginar por lo que estás pasando, pero es que…-Intenté
disculparme, pero las carcajadas me jugaron una mala pasada. Otra vez.
James frunció el
ceño y, para mi sorpresa, comenzó a reírse también… Pero, ¿Y por qué no íbamos
a hacerlo? Ya teníamos suficiente y durante un pequeño instante, me olvidé de la
asquerosa situación que nos aplastaba.