martes, 15 de octubre de 2013

Capítulo 7: La casa, el ascensor y la enfermera.





Prefiero omitir la parte que vino después, que básicamente puedo definir en una palabra: Embarazoso.

Esa molesta situación duró hasta llegar a la “casa”, cuyo tamaño hacía que fuera imposible usar ese término. Mansión o palacete quedaría mucho mejor.

No exagero.

Se notaba que llevaba mucho tiempo perteneciendo a la familia. La arquitectura la situaba varios años atrás. De piedra y robusta en el exterior, dejaba completamente de lado ese aspecto al entrar. El interior era acogedor, moderno y de una exquisitez que me dejo con la boca abierta un par de minutos. Parecía una de esas casas que salen en las revistas, con las que cualquiera sueña pero pocos pueden tener. Un sitio de otro mundo.

Ya en la entrada, los ojos se me dispararon en todas direcciones, abarcando cada detalle inalcanzable. Cuadros preciosos, paredes empapeladas, muebles robustos, centros con flores frescas, cortinas interminables, sofás estampados… Todo en una perfecta armonía que convivía con los brotes de las nuevas tecnologías, como una enorme tele de plasma. Y juro que nunca había visto una tele tan grande en una casa.

Al margen de la decoración, hubo algo que me dejó conmocionada. Al lado de las escaleras que subían al piso de arriba, había un modernísimo ascensor.

Normalmente no es algo que tiene una casa del siglo pasado.

Si os lo preguntáis, no había hablado con él desde el momento: <<No puedo hacerlo. No puedo besarte>>. Ni siquiera me miraba. Estaba frio como un tempano, de espaldas a mí, mientras que alguien a quien ni siquiera conocía, empujaba mi silla. Un hombre mayor, canoso, de unos sesenta y largos años pero de complexión robusta.

Cuando Jim se dio la vuelta, mi corazón dio un brinco y miré al suelo (absurdamente obvia), aunque ni siquiera se dirigió a mí.

                -Ya la llevo yo arriba, Dean. Gracias-Le dijo amablemente al desconocido con nombre.

                -Bien, señor. Avisaré para que preparen el almuerzo.

Subimos al ascensor mientras que mi mente sufrían un Déjà vu ¿Por qué tenía que haber un ascensor? ¿Por qué un cubículo que provoca situaciones incomodas?

La planta de arriba también era muy amplia, un pasillo ancho, de moqueta blanca y algunos muebles y cuadros que conectaba con todas las habitaciones. Seguimos por el pasillo hasta torcerlo y dar con una parte más estrecha que daba a una puerta de color negra.

                -Es aquí-susurró, abriendo la puerta.
               
                -Genial-contesté.

La habitación era… ¿Cómo definirla? ¿Inmensa? Creo que era más grande que mi apartamento. Los colores tostados y azules marcaban todo el lugar. La cama era gigantesca, con montones de cojines y un alucinante cabecero con flores dibujadas. La lámpara era otro punto fuerte de la habitación, preciosa, con decenas de cristalitos colgantes de colores. Pero lo que más me impresionó, fue una de las paredes. Era como tener un paisaje en el interior de la casa; árboles, un cielo azul, pájaros que volaban lejos, oteando el horizonte sobre un prado salpicado de tonalidades. Un cuadro de proporciones gigantescas.

Al ver el resto del mobiliario y la perfecta decoración, me enamoré sin más. Las estantería llena de libros (Podrían ser cientos) y un escritorio con un modernísimo ordenador de Apple, cuya pantalla era más grande que mi televisión.

¿Qué se suponía que tenía que decir? ¿Gracias? Como siempre, no hice lo que tenía que hacer, hice lo contrario que me ordenaba el raciocinio.

                -Guau… ¿Quién dormía aquí?-pregunté sin pensar, arrepintiéndome en el primer segundo.

                -Nadie, era una biblioteca. La hemos reformado para… Para que tú estuviera cómoda.

                -Joder… Jim… Esto es demasiado.  No, no puedo. Definitivamente… No puedo-dije, sin atreverme a mirarle. Aún estaba muy reciente el incidente de mi apartamento.

                -No es nada. En esa puerta está el baño. Pusimos una bañera con barras para que pudieras apoyarte sin problema, aunque de todas formas vendrá una enfermera a ayudarte y a vigilar como te recuperas-explicó, sin mirar a un punto fijo-Jerry vendrá todas las mañanas a ayudarte con lo que él llama “Asuntos”.

Me calló un jarro de agua fría cuando escuché su última frase. El duendecillo no iba a dejarme tranquila tan fácilmente.

                -¿Todos los días?

                -De momento, sí. Lo siento, ese era el trato.

                -¿El trato? Qué bien… Siempre he querido formar parte de un trato-murmuré con ironía.

                -Erín no es eso. Yo…-empezó a decir.

                -Lo sé, lo sé. No puedes-le corté y me sentí orgullosa al hacerlo-Si no tienes nada más que explicarme… Estoy cansada y quiero tumbarme un rato.

                -Claro. Descansa.

Volví a estar sola en otras paredes que, al fin y al cabo, no eran tan diferentes a las del hospital. Me eché en la cama, dejando que mi cuerpo descansara sobre todos esos cómodos cojines y me dediqué a darle vueltas a lo que había pasado en mi apartamento.

Y en otra cosa que me estaba desmembrando el cerebro: Nadie era tan sofisticado para ese habitáculo... Dónde estaba metida de lleno.

Me quedé traspuesta en mi nueva y cálida cama entre Jim, el momento de felicidad y las fotos... intentando rememorar algo que pudiera haber hecho mal o simplemente, volviendo al placer de escuchar en mi cabeza la risa del señor Superman. Por cursi que suene. 


Desperté en una hora escasa. Di un sobresalto sobre el colchón, ayudada por el escalofrío que me recorrió la espalda. La sensación de que alguien me observaba me cortó momentáneamente la respiración. Abrí los ojos, me incorporé y comprobé que era cierto… La sangre desapareció de mi rostro y mi corazón comenzó a bombear muy rápido, deseoso de escapar de allí. Aunque no contaba con mis piernas de mierda. 

No estaba sola, y la chica morena que me observaba desde la puerta parecía tan sorprendida como yo.

                -Dios mío… Lo siento… Lo siento-se disculpó la desconocida y se acercó a mí un poco, con las manos levantadas-No quería asustarte. Lo siento muchísimo.

Intenté relajarme y ladeé un par de veces la cabeza hasta que fui capaz de hablar. Tenía sus ojos oscuros encima de mí. Era guapa y su gesto era tranquilo. No, no parecía una amenaza.

                -¿Quién eres?-pregunté bruscamente, frunciendo el ceño.

                -Perdóname. Soy Diana, la novia de James. Sabía que estabas en está habitación… Pero me picó la curiosidad. Lo siento muchísimo.

Sólo escuché hasta cuando dijo quién era. Mierda.

<<La novia de James>>

Mi corazón se fue corriendo de la habitación y me dejó helada y sola, con la guapa novia de James. La frase “No puedo” adquirió todo su sentido y me sentí la persona más idiota del mundo.

                -No pasa nada, tranquila… Es que me había quedado dormida-le dije sonriente, aparentando normalidad.

Su gesto cambió y se sentó a mi lado de la cama.

                -Lo cierto es… Que tenía muchas ganas de conocerte ¡Dios mío, llevo semanas queriendo conocerte! ¿Cómo estás?-exclamó y negó varias veces para sí misma-Perdóname de nuevo… Por favor, soy un poco... un desastre.

                -Estoy bien considerando lo que paso, gracias. Y no te preocupes, eres la primera que me pregunta eso sin parecer que va a llorar sobre mi regazo-bromeé, asimilando aún quien era. 

La chica soltó una risita y yo también me reí. 

                -Perfecto, entonces-aseguró y me miró de arriba abajo- Eres muy guapa y creo que esa cicatriz te da un aire más interesante.

Me llevé los dedos a la cicatriz de mi sien, que ya no era más que una línea alargada con relieve, que me recordaba un momento terrible.

                -Pues espera a ver la del pecho-la convencí y volvimos a reírnos. Claro, parecíamos super amigas, pero la verdad es que intentaba ser falsa y oponerme a mis ganas de tirarla al suelo. 

                -En serio, me siento muy mal por lo que ha pasado, no quería invadir tu intimidad ni nada parecido…

                -Tranquila, acabo de salir de un hospital, allí el personal lo hace a menudo.

                -Debe de haber sido una muy mala experiencia…-hizo una pausa y bufó- Una mala experiencia que puedes recordar.

Caí en la cuenta de lo que pasaba y sentí que me retorcían las tripas. Ella estaba pasando por un mal momento, eso se veía a kilómetros. James no se acordaba de quien era y era culpa mía. Lo peor, que la chica me caía bien y que eso sólo añadía un nuevo daño colateral a mi lista de efectos secundarios por hacer el gilipollas.

                -Tengo que pedirte disculpas-empecé a decir-No puedo ni imaginarme por qué momento estarás pasando tú con James. Si pudiera cambiarme por él, lo haría… No se merece estar así. Le he quitado sus recuerdos y no…

Tragué saliva, pero aun así me resultó imposible continuar. Diana se arrimó un poco más y me dio unas palmaditas en el hombro.

                -Tranquila. Fue un accidente… Lo importante es que te salvó y que ahora estáis vivos. Seguro que os recuperáis. Tú andarás y él… Bueno, él seguirá siendo él.

                -Gracias.

                -Ha sido un placer conocerte, Erín. Nos veremos en la cena.

                -¿Vives aquí?

                -No. Vivo en la ciudad, pero los últimos meses he pasado aquí mucho tiempo… Ahora cada vez menos-suspiró y sus ojos se perdieron unos segundos- pero eso cambiará si puedo ayudar a Jerry y James.

La pregunta resultaba tan clara que era obligatoria hacerla.

                -¿Conmigo?

Asintió y abrió la puerta, para después volver a mirarme con gesto complaciente.

                -Soy tu enfermera. Tienes apuntado mi número en el teléfono.

                -Ah… Eso es… perfecto. Nos… nos vemos en la cena-balbuceé atontada, imitando una mueca de felicidad.

La puerta se cerró y mi cuerpo volvió a caer en las almohadas, intentando tragarme aquella bola sin sentido. La novia –guapa novia- de Jim era mi enfermera y él me lo había ocultado ¿Qué mierda le pasaba a la vida? Ella me caía bien, pero su novio sólo tenía recuerdos de mí y quería que viviera en su casa. Por lo que sabía, ella debía de querer matarme ahogándome con una almohada y su simpatía era parte de su plan para acabar conmigo.

Y obviamente estaba desvariando, otra vez.

                -Joder-susurré y cogí aire-esto es genial.

Necesitaba apoyo urgente. Necesitaba a mis amigas.



2 comentarios:

  1. ¡Guau! Este capítulo ha sido todo acción *-* Es precioso, y no sospecho nada de Diana, aunque lo siento muchísimo por Erín. Jo, ya me había formado en la cabeza su relación :((((( Te echaba mucho de menos :)
    ¡Un besazo! :*

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  2. Porfavooor puedes colgar mas? esta historia es increíble me encantaaa!! *_*

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