Prefiero omitir
la parte que vino después, que básicamente puedo definir en una palabra:
Embarazoso.
Esa molesta
situación duró hasta llegar a la “casa”, cuyo tamaño hacía que fuera imposible
usar ese término. Mansión o palacete quedaría mucho mejor.
No exagero.
Se notaba que
llevaba mucho tiempo perteneciendo a la familia. La arquitectura la situaba
varios años atrás. De piedra y robusta en el exterior, dejaba completamente de
lado ese aspecto al entrar. El interior era
acogedor, moderno y de una exquisitez que me dejo con la boca abierta un par de
minutos. Parecía una de esas casas que salen en las revistas, con las que
cualquiera sueña pero pocos pueden tener. Un sitio de otro mundo.
Ya en la entrada,
los ojos se me dispararon en todas direcciones, abarcando cada detalle
inalcanzable. Cuadros preciosos, paredes empapeladas, muebles robustos, centros
con flores frescas, cortinas interminables, sofás estampados… Todo en una
perfecta armonía que convivía con los brotes de las nuevas tecnologías, como
una enorme tele de plasma. Y juro que nunca había visto una tele tan grande en
una casa.
Al margen de la
decoración, hubo algo que me dejó conmocionada. Al lado de las escaleras que
subían al piso de arriba, había un modernísimo ascensor.
Normalmente no es
algo que tiene una casa del siglo pasado.
Si os lo
preguntáis, no había hablado con él desde el momento: <<No puedo
hacerlo. No puedo besarte>>. Ni siquiera me miraba. Estaba frio como un tempano, de espaldas a mí, mientras que alguien a quien ni siquiera conocía, empujaba mi silla. Un
hombre mayor, canoso, de unos sesenta y largos años pero de complexión robusta.
Cuando Jim se dio
la vuelta, mi corazón dio un brinco y miré al suelo (absurdamente obvia),
aunque ni siquiera se dirigió a mí.
-Ya la llevo yo arriba, Dean.
Gracias-Le dijo amablemente al desconocido con nombre.
-Bien, señor. Avisaré para que
preparen el almuerzo.
Subimos al
ascensor mientras que mi mente sufrían un Déjà vu ¿Por qué tenía que haber un ascensor? ¿Por qué un cubículo que
provoca situaciones incomodas?
La planta
de arriba también era muy amplia, un pasillo ancho, de moqueta blanca y algunos
muebles y cuadros que conectaba con todas las habitaciones. Seguimos por el
pasillo hasta torcerlo y dar con una parte más estrecha que daba a una puerta
de color negra.
-Es aquí-susurró, abriendo la
puerta.
-Genial-contesté.
La
habitación era… ¿Cómo definirla? ¿Inmensa? Creo que era más grande que mi
apartamento. Los colores tostados y azules marcaban todo el lugar. La cama
era gigantesca, con montones de cojines y un alucinante cabecero con flores
dibujadas. La lámpara era otro punto fuerte de la habitación, preciosa, con
decenas de cristalitos colgantes de colores. Pero lo que más me impresionó, fue
una de las paredes. Era como tener un paisaje en el interior de la casa;
árboles, un cielo azul, pájaros que volaban lejos, oteando el horizonte sobre
un prado salpicado de tonalidades. Un cuadro de proporciones gigantescas.
Al ver el resto del mobiliario y la perfecta decoración, me enamoré sin más. Las estantería llena de libros (Podrían ser cientos) y un escritorio con un modernísimo ordenador de Apple, cuya pantalla era más grande que mi televisión.
¿Qué se
suponía que tenía que decir? ¿Gracias? Como siempre, no hice lo que tenía que
hacer, hice lo contrario que me ordenaba el raciocinio.
-Guau… ¿Quién dormía
aquí?-pregunté sin pensar, arrepintiéndome en el primer segundo.
-Nadie, era una biblioteca. La
hemos reformado para… Para que tú estuviera cómoda.
-Joder… Jim… Esto es
demasiado. No, no puedo.
Definitivamente… No puedo-dije, sin atreverme a mirarle. Aún estaba muy
reciente el incidente de mi apartamento.
-No es nada. En esa puerta está
el baño. Pusimos una bañera con barras para que pudieras apoyarte sin problema,
aunque de todas formas vendrá una enfermera a ayudarte y a vigilar como te
recuperas-explicó, sin mirar a un punto fijo-Jerry vendrá todas las mañanas a
ayudarte con lo que él llama “Asuntos”.
Me calló un jarro
de agua fría cuando escuché su última frase. El duendecillo no iba a dejarme
tranquila tan fácilmente.
-¿Todos los días?
-De momento, sí. Lo siento, ese
era el trato.
-¿El trato? Qué bien… Siempre he
querido formar parte de un trato-murmuré con ironía.
-Erín no es eso. Yo…-empezó a
decir.
-Lo sé, lo sé. No puedes-le
corté y me sentí orgullosa al hacerlo-Si no tienes nada más que explicarme…
Estoy cansada y quiero tumbarme un rato.
-Claro. Descansa.
Volví a estar
sola en otras paredes que, al fin y al cabo, no eran tan diferentes a las del hospital. Me eché en
la cama, dejando que mi cuerpo descansara sobre todos esos cómodos cojines y me
dediqué a darle vueltas a lo que había pasado en mi apartamento.
Y en otra cosa
que me estaba desmembrando el cerebro: Nadie era tan
sofisticado para ese habitáculo... Dónde estaba metida de lleno.
Me quedé traspuesta en mi nueva y cálida cama entre Jim, el
momento de felicidad y las fotos... intentando rememorar algo que pudiera haber
hecho mal o simplemente, volviendo al placer de escuchar en mi cabeza la risa del señor Superman. Por cursi que suene.
Desperté en una hora escasa. Di un
sobresalto sobre el colchón, ayudada por el escalofrío que me recorrió la espalda. La sensación de que
alguien me observaba me cortó momentáneamente la respiración. Abrí los ojos, me incorporé y comprobé que era cierto… La sangre
desapareció de mi rostro y mi corazón comenzó a bombear muy rápido, deseoso de escapar de allí. Aunque no contaba con mis piernas de mierda.
No estaba sola, y
la chica morena que me observaba desde la puerta parecía tan sorprendida como
yo.
-Dios mío… Lo siento… Lo
siento-se disculpó la desconocida y se acercó a mí un poco, con las manos
levantadas-No quería asustarte. Lo siento muchísimo.
Intenté relajarme
y ladeé un par de veces la cabeza hasta que fui capaz de hablar. Tenía sus
ojos oscuros encima de mí. Era guapa y su gesto era tranquilo. No, no parecía una amenaza.
-¿Quién eres?-pregunté bruscamente,
frunciendo el ceño.
-Perdóname. Soy Diana, la novia
de James. Sabía que estabas en está habitación… Pero me picó la curiosidad. Lo
siento muchísimo.
Sólo escuché hasta cuando dijo quién era. Mierda.
<<La novia
de James>>
Mi corazón se fue corriendo de la habitación y me dejó helada y sola, con
la guapa novia de James. La frase “No puedo” adquirió todo su sentido y me
sentí la persona más idiota del mundo.
-No pasa nada, tranquila… Es que
me había quedado dormida-le dije sonriente, aparentando normalidad.
Su gesto cambió y
se sentó a mi lado de la cama.
-Lo cierto es… Que tenía muchas
ganas de conocerte ¡Dios mío, llevo semanas queriendo conocerte! ¿Cómo
estás?-exclamó y negó varias veces para sí misma-Perdóname de nuevo… Por favor,
soy un poco... un desastre.
-Estoy bien considerando lo que
paso, gracias. Y no te preocupes, eres la primera que me pregunta eso sin
parecer que va a llorar sobre mi regazo-bromeé, asimilando aún quien era.
La chica soltó
una risita y yo también me reí.
-Perfecto, entonces-aseguró y me
miró de arriba abajo- Eres muy guapa y creo que esa cicatriz te da un aire más
interesante.
Me llevé los dedos
a la cicatriz de mi sien, que ya no era más que una línea alargada con relieve,
que me recordaba un momento terrible.
-Pues espera a ver la del
pecho-la convencí y volvimos a reírnos. Claro, parecíamos super amigas, pero la verdad es que intentaba ser falsa y oponerme a mis ganas de tirarla al suelo.
-En serio, me siento muy mal por
lo que ha pasado, no quería invadir tu intimidad ni nada parecido…
-Tranquila, acabo de salir de un
hospital, allí el personal lo hace a menudo.
-Debe de haber sido una muy mala
experiencia…-hizo una pausa y bufó- Una mala experiencia que puedes recordar.
Caí en la cuenta de lo que pasaba y sentí que me retorcían las tripas. Ella estaba pasando por un mal momento, eso se veía a kilómetros.
James no se acordaba de quien era y era culpa mía. Lo peor, que la chica me
caía bien y que eso sólo añadía un nuevo daño colateral a mi lista de efectos
secundarios por hacer el gilipollas.
-Tengo que pedirte
disculpas-empecé a decir-No puedo ni imaginarme por qué momento estarás pasando
tú con James. Si pudiera cambiarme por él, lo haría… No se merece estar así. Le
he quitado sus recuerdos y no…
Tragué saliva,
pero aun así me resultó imposible continuar. Diana se arrimó un poco más y me
dio unas palmaditas en el hombro.
-Tranquila. Fue un accidente… Lo
importante es que te salvó y que ahora estáis vivos. Seguro que os recuperáis.
Tú andarás y él… Bueno, él seguirá siendo él.
-Gracias.
-Ha sido un placer conocerte,
Erín. Nos veremos en la cena.
-¿Vives aquí?
-No. Vivo en la ciudad, pero los
últimos meses he pasado aquí mucho tiempo… Ahora cada vez menos-suspiró y sus ojos se perdieron unos segundos- pero eso cambiará si puedo ayudar a
Jerry y James.
La pregunta
resultaba tan clara que era obligatoria hacerla.
-¿Conmigo?
Asintió y abrió
la puerta, para después volver a mirarme con gesto complaciente.
-Soy tu enfermera. Tienes
apuntado mi número en el teléfono.
-Ah… Eso es… perfecto. Nos… nos
vemos en la cena-balbuceé atontada, imitando una mueca de felicidad.
La puerta se
cerró y mi cuerpo volvió a caer en las almohadas, intentando tragarme aquella bola sin sentido. La novia –guapa novia- de Jim era mi enfermera y él me lo
había ocultado ¿Qué mierda le pasaba a la vida? Ella me caía bien, pero su novio sólo tenía recuerdos de mí y
quería que viviera en su casa. Por lo que sabía, ella debía de querer
matarme ahogándome con una almohada y su simpatía era parte de su plan para
acabar conmigo.
Y obviamente
estaba desvariando, otra vez.
-Joder-susurré y cogí aire-esto es genial.
Necesitaba apoyo
urgente. Necesitaba a mis amigas.
¡Guau! Este capítulo ha sido todo acción *-* Es precioso, y no sospecho nada de Diana, aunque lo siento muchísimo por Erín. Jo, ya me había formado en la cabeza su relación :((((( Te echaba mucho de menos :)
ResponderEliminar¡Un besazo! :*
Porfavooor puedes colgar mas? esta historia es increíble me encantaaa!! *_*
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