miércoles, 31 de julio de 2013

Capítulo 3: Veintitrés. Parte 1.






Abrí los ojos, escapando de la pesadilla que había tenido. Un acantilado, un salto y mucha agua. Tenía ese sueño todas las noches en el hospital (Supongo que eso es lo que pasa cuando te traumatizas). Me incorporé un poco –Todo me daba vueltas por las drogas del día anterior. Sí, drogas y todo gratis-, pero me espabilé cuando vi un ramo de rosas en la mesita, y otro sobre la cómoda. Decenas de rosas frescas… ¿Para mí?

¿Quién me enviaría rosas? ¿Y por qué? Observé la silla de ruedas, aparcada justo al lado de la cama, no iba a dejarme intimidar por ella, claro que no. Volví a hacer la misma operación que el día anterior, pero sin público. Me deslicé por la cama y agarré la silla con una mano, cogí aire, apoyé las piernas en el suelo y pegué un salto hacia ella… Directa al asiento.

Me llené de una alegría desbordante, chillé de felicidad y levanté las manos con entusiasmo.  Ridículamente estaba disfrutando de ese momento, de sentarme en una silla. Guau. Cuando me di cuenta, me entristecí (Era triste que me alegrara, yo era triste). De pronto, se escucharon aplausos a mi espalda. Me giré y vi a Liam, sonriéndome desde la puerta, sosteniendo una bonita caja entre sus brazos.


¿Cuánto llevaría ahí? Le puse mala cara y le saludé con la mano –Era muy oportuno-.

                -Hola, doña temeraria-Me saludó con voz seductora- ¿Te encuentras mejor?

                -Estoy bien-Respondí secamente.

                -Veo que te han mandado muchas flores.

Se acercó al ramo que descansaba en mi mesita y acarició los pétalos de una de las rosas. Todo muy sensual.

                -Rosas rojas… Que quedan tristemente eclipsadas por mi regalo-Me tendió una caja grande, de un estampado de flores -Feliz cumpleaños.

                -¿Mi cumpleaños?-pregunté sigilosamente. Claro, Erín...

La abrí y me encontré con decenas de paquetes de oreos. La comida del hospital era vomitiva y ahora tenía una caja de deliciosas galletas, que extrañamente él había adivinado que eran mis favoritas. Entonces, -mientras salivaba violentamente- caí en la cuenta de que prácticamente me había perdido durante un mes y que no era julio, sino agosto…

Y que no sabía ni que día era, porque tampoco me había interesado. 

                -Cumples veintitrés años, Erín… Es trece de agosto.

Intimidada, agaché la cabeza y reflexioné en que quizá era eso de lo que hablaban la noche anterior. No sabía por qué, pero saber que era mi cumpleaños me hizo sentir vacía. Otra cosa más que me dio el Karma… pasar mi cumpleaños en el hospital. Le miré de nuevo, parecía preocupado.

                -Es que… anoche conocimos a tus amigas y nos comentaron lo de tu cumpleaños… Sé que ayer no te caí muy bien y quería arreglarlo-Volvió a hablar y se sentó en la cama. Estaba muy guapo vestido con ropa normal. Vaqueros, camisa azul y converse blancas.

Sí, con todo mi drama personal y yo fijándome en sus vaqueros.


                -No, no lo sabía… Gracias, Liam… ¿Te vas hoy?-Le pregunté, mientras mis mejillas se encendían. Ni que fuese una de esas personas a las que les importa hacer preguntas comprometedoras.

                -Sí. Aunque puedo seguir siendo el ayudante de Jerry… Ocasionalmente-Dijo. Después cogió un paquete de galletas y lo abrió. Me ofreció una y prácticamente se la arranqué de la mano. Estaba hambrienta.

                -¿Ese duendecillo te paga?-cuestioné, con la boca llena.

                -¿Ese es el mote que le has buscado?-Preguntó sorprendido, riendose con ganas. Su risa era muy sonora… Y sexy. Asentí y también me reí.

                -Dios mío… Eres buena-Añadió Liam. Le dio un bocado a una oreo y después prosiguió-No necesito que me pague…  Me gusta ayudar.

Mientras lo admiraba comiéndose la galleta, pensé en que podría resultarme de ayuda. No con la rehabilitación, sino con algo más complicado. No sabía que quería de mí, pero tal como me miraba, creo que –por raro que resulte- yo le gustaba. Tenía que aprovecharme de esa oportunidad que no tenía habitualmente. Algunos lo llaman interés.

                -Liam…-Murmuré-Necesito que me ayudes.

Él se irguió, un poco tenso.

                -¿Quieres que te traiga algo?-Preguntó.

                -No. Quiero que me lleves a ver a James. Ya sabes... me rescato y...

Se quedó muy pálido y se removió incómodo en su asiento.

                -Erín… No puedo hacer eso. Es... Es imposible.

                -¿Por qué?-Cuestioné desilusionada-Solo es arrastrar mi silla hasta allí... peso una mierda.

                -Pues, es que… lo trasladaron a otro hospital-Explicó- Despertó y lo trasladaron.

Noté un nudo en mi garganta. Estaba furiosa porque nadie me lo había dicho, porque por alguna absurda razón no querían que me enterara. Los ojos se me empeñaron y le miré con odio.

                -¿Nadie iba a decírmelo?¿Nadie...? –Cogí aire y lo solté con fuerza-¡¿Por qué se fue?! 

Pero hubo silencio en la respuesta. Y caí en la cuenta de que el tal James me odiaba y de que no quería compartir el mismo hospital que yo. Maldije por lo bajo y me limpié las lágrimas que rodaban por mis mejillas.

Puede que me pasara algo con la reacción y también con la suposición, pero claro... estaba medio ida.

                -¡Claro que no...! ¡Casi lo mato! –Grité.

                -Nadie cree eso Erín... No es eso, por favor...

Le di la espalda a Liam y salí de la habitación con una sorprendente soltura para la silla, aunque tenía agujetas en todo el cuerpo.

                -¡Erín! ¿A dónde vas?-Me llamó Liam, aunque no le hice caso. Al segundo estaba a mi altura. Putas piernas- ¡Erín, para! ¡Escucha!

Negué. Decidida a salir de ese antro en el que casi no podía respirar. Era una escena un poco penosa; correr con una silla de ruedas, pero necesitaba aire fresco, gritar... 

                -Quiero salir de aquí-susurré y me metí en el ascensor. Liam llegó a mi lado y me acorraló, poniendo las manos en los brazos de la silla, su cara casi rozaba la mía- ¡Déjame!- Pulsé varias veces el botón. Estaba desesperada- No bajamos…

                -Escúchame, por favor… Tranquilízate… Esto no es bueno para ti.

                -¿Y qué es bueno? He sobrevivido, y al único ser al que puedo dar las gracias, huye de mí… ¡Es una mierda! ¡Todo es una mierda! Debería haber muerto en ese ridículo…

Me quedé sin aliento por el dolor que me inundó la cabeza. Cerré los ojos y me palpé las sienes. Era horroroso. No escuchaba nada más que un pitido en mis oídos… Un pitido constante e insoportable. De repente, ante mis ojos apareció el mar… Y yo, en el borde del acantilado… creyendo que lo mejor era acabar con mi vida. Decidida a hacerlo. Sin esperanza sobre nada a mi alrededor.

El ascensor y Liam se emborronaron delante de mis ojos y tuve la sensación de caer… La misma que aquél día. Vi el agua, las rocas y un rostro que me decía que aguantara. Recordé el pánico y el arrepentimiento, la angustia, el dolor y un rostro… El mismo que ahora me pegaba en la cara. 

¿Liam?

                -Erín. Erín… Mírame, por favor –Me llamaba, desde lo lejos.

La cara de pánico de Liam apareció junto a la mía. Estábamos en el suelo del ascensor, y mi cabeza descansaba en sus piernas. Sudaba y me notaba mareada. No tenía ni idea de que había pasado… Solo que me sentía el ser más ruin del mundo y que había intentado suicidarme.

                -Dime algo… Por favor-Dijo él con los ojos como platos.

                -¿Qué…?- Susurré y enfoqué algo más su rostro. Ese rostro tan familiar…

                -Erín… ¡Gracias a Dios!-exclamó-Tranquila. De repente te pusiste pálida y… pero no pasa nada, ya subimos ¡Sube ya, joder! –gritó, dando un golpe al ascensor. Su voz fue como una bomba para mis tímpanos.

Lo miré con horror. Era él, pero no estaba segura. Era él chico del acantilado… ¿Pero por qué no me lo había dicho? ¿Por qué me mentía? La cabeza cada vez me dolía más y pensé que podía ser todo una invención. No sería la primera vez. 

- Tú… Me sacaste del… agua… -Hable, desesperada. Lo estaba… Porque me ahogaba de nuevo, sin entender cuál era el límite de esa historia.

Él me miró sin saber que decir y justo cuando abrió la boca para responder, mi cerebro pensó que era el mejor momento para echar un sueñecito.

Como si 33 días no le bastaran al muy cabrón. 


Desperté en mi cama a las horas. Tenía puesta una vía en el brazo y una cánula en la nariz. Estaba cansada y tenía miedo de recordar algo más que me hiciera tanto daño como lo último. Así que bueno… Aquí fue cuando toqué fondo, cuando me di cuenta de lo imbécil que había sido. Ni siquiera me reconocía a mí misma en el momento en que salté. Era absurdo que lo hubiera hecho… Porque allí, en el hospital, sin pulmón, no quería acabar con mi vida. Notaba que era una persona nueva –Quizás se debiera a mi cercanía con el mas allá-. Alguien que no se tiraría nunca de un acantilado ¿O sí? Entonces, ¿Por qué lo había hecho?

Mi primera opción factible, fue la locura. Ella me había llevado a hacer eso y podía hacerlo otra vez.
Luego, estaba el hecho de que Liam, o James... (No estaba segura de cómo se llamaba realmente) Me hubiera salvado de la bravura del mar, poniéndose en peligro… Y que ahora se dedicara a mentirme, acercándose a mí, fingiéndose ser un ingresado más por un accidente de moto ¿Por qué?
Mi segunda opción, era la venganza. Quería hacerme tanto daño como yo le había hecho. Quería verme sufrir y llorar por mi vida.

¿Y sí las galletas estaban envenenadas? Eché un vistazo a la habitación… Y di un brinco al ver que no estaba sola. Liam (O James) estaba sentado en el sillón de al lado. Estaba encogido, con los codos apoyados en las rodillas y el rostro enterrado en sus manos.

Me miró y nuestras miradas se cruzaron. Él se sonrojo y respiró hondo, yo aparté la mirada.

Juro que si pudiera, echaría a correr… Pero la vida es injusta y mis piernas, inservibles.

                -Erín… Yo… Lo siento mucho-balbuceó nervioso. Claramente se veía lo afectado que estaba, pero debía mantenerme firme… Sin olvidar que me había salvado la vida. Había que llegar a un punto medio, Erín.

Si queréis odiar a alguien, procurar que previamente esa persona no haya hecho nada por vosotros. Facilitará las cosas.

                -¿Quieres hacerme daño? Porque si es así, he de decir que nadie te pidió que saltaras- dije con odio-Pero gracias por hacerlo.

                -No seas ridícula… Por supuesto que no quiero hacerte daño-respondió ofendido- Es… Eres una especie de… Terapia-Se levantó y se acercó a la cama, mientras yo asimilaba lo que acababa de decir <<¿Terapia? >> Su gesto cambió y me examinó con lástima-Podemos hablar luego de esto… Deberías descansar. Te hemos hecho una fiesta para esta noche y...

                -No. Estoy genial ¡De maravilla!… Quiero hablar ahora, porque es un poco extraño que un desconocido me haga regalos, se haga pasar por otro y me prepare una fiesta. Por cierto ¿Cómo te llamas en realidad?

Mi voz molesta junto con el tono irónico era justo la pizca que necesitaba para derrotarle. Y así fue, solo que no me gusto hacerlo… Ni ver su encantador rostro comido por la tristeza.

                -James-Repuso.

                -¿Y qué pasa James, soy un juego para ti? ¿Te crees con el derecho moral de hacerme daño, por haberme salvado?

Directa al corazón. Casi pude escuchar la manera en que se hacía pedazos y me sentí orgullosa.

                -Desperté unas semanas antes que tú. Pero, aunque estaba bien físicamente… Resulta que no recuerdo a nadie de mi familia, ni mis amigos… Nada de mi pasado. En mi cabeza solo está tu recuerdo-Explicó, como si fuera lo más fácil del mundo. Fruncí el ceño y baje la mirada a mis manos heladas, tragándome esa información con un embudo. Imposible- No sé si me lo he inventado… Pero no solo estás en el agua, sino en miles de sitios más; En un restaurante, en la biblioteca, en el cine... sólo tú. Jerry trazó este plan para que pudiera acercarme a ti sin que te asustaras. No estoy obsesionado contigo, Erín, es que no hay otra cosa para mí que tú.

Bum. Me estaba diciendo que era su único recuerdo. Yo. Erín simplona Roach. Que tenía amnesia y que yo era lo que le importaba. El protagonismo me rodeó el cuello con sus fuertes manos y me apretó hasta que la falta de oxígeno era insoportable. Nunca había sido la prioridad de nadie, ni el centro de nada… Y ahora, sin comerlo ni beberlo, me encontraba ante un desconocido para el que yo lo significaba todo. Podía ser una historia semejante a grandes clásicos: El diario de Noa, posdata: te quiero, Love actually... Pero me pasaba a mí. 

¿Entendéis ya lo maravilloso del Karma?


12 comentarios:

  1. oh Dios! Liam es James, quee le salvó la vida a Erín y encima tiene amnesia. No me lo esperaba para nada. Te ha quedado genial Jane.
    Un beso

    ResponderEliminar
  2. bendito o maldito karma????? jajajajaja
    y ahora que pasará ?????
    y pobre James que no recuerda nada :'( :'(
    me ha gustado.mucho el capítulo y un giro inesperado a la historia esa amnesia de James

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Más bien maldito... Bendito era un poco hirónico jajaja
      Gracias Diana :))
      Un besito.

      Eliminar
  3. Dios! Acabo de leer esta entrada y me ha atrapado por completo. Y si quiera me he leído los capítulos anteriores. Me los voy a leer pero ya! Me ha encantado, mis pequeños relatos se ven como mierdas al lado de tu historia. Es impresionante como todo esto sale de su cabeza. Creeme, ME ENCANTA. Espero el próxima capítulo, hasta entonces, me limitaré a leer las anteriores. Un beso enrome :)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Jo, muchísimas gracias. Encantada de verte por aquí.
      Y para nada lo tuyo es una mierda.
      Un besito, linda y bienvenida :))

      Eliminar
  4. Aquí estoy por fin Jane ^^ Ya me puesto al día con esta maravillosa historia nueva :) Me gusta ver que has vuelto a la primera persona como narrador porque con esta chica tan peculiar le da un toque de humor único ;) Y es que me encanta este personaje!! :D Gracias a tu talento, Erín es muy real y eso es lo que más me gusta de esta historia que has empezado :) También tengo que decir que al ser en Dublín me tenías ganada desde el principio :P Es de mis ciudades favoritas del mundo ^^
    Ya estoy esperando el siguiente capi para ver qué más sorpresas nos tienes preparadas después de descubrir que Liam es James, que sólo conserva recuerdos de Erín y que le tienen preparada una fiesta ;)
    Muchos besos
    PD: Sorry por el super testamento :P

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. MUCHAS GRACIAS :)) No sabes lo contenta que me pone leer este comentario *-*
      Bienvenida y para nada... Love you testamento :)
      Un besito!

      Eliminar
    2. Hola de nuevo Jane jaja Para estrenar bien esta nueva historia, he decidido nominarte a un premio Jane :) Te dejo la dirección para que puedas pasarte cuando quieras ;)
      http://sieltiempollegatarde.blogspot.com.es/2013/08/premios-liebster-2.html
      Muchos besos

      Eliminar
  5. Que fuerte! El capítulo me ha parecido algo así como asdfgñlkjh *___* Es que me he quedado como en shock cuando he leído que Liam es James y he pensado "Noooo, pero no me dejes así mujeeeer". Y claro, ahora estoy muy impaciente por descubrir todo el misterio y me estoy formando un mogollón de teorías en mi cabeza -.-'
    El capítulo tan perfecto como siempre y ya por último te añado que amo a todos los personajes, me parecen muy...De este mundo, supongo ;D
    ¡Un beso! <33

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias :)) Estoy encantada de que pienses así... Supongo que es lo que intento.
      Un besito :)

      Eliminar
  6. Wow, que casualidad que te encanten tanto los acantilados como para escribir una novela y encima que tenga una entrada en mi blog especialmente dedicada a ellos. Con esta novela me será más fácil engancharme, te seguiré también aqui, me ha hecho muchísima ilusión tu comentario, volveré por aqui con la siguiente entrada. Muchísimos besos.

    ResponderEliminar