Cuando era pequeña, como casi todos los niños amantes de
Harry Potter, iba la primera a las librerías el día del lanzamiento del
siguiente libro. Una de esas veces, me hicieron una entrevista para la
televisión nacional de Irlanda. Recuerdo una pregunta que me hizo rebanarme los
sesos entonces (y acabar con la paciencia de mi madre); ¿Qué es lo que harías
si tuvieras una varita mágica?
Pero frente a Jim, en aquel momento, con quince años más, la respuesta era más
sencilla.
No quería una varita
¡Necesitaba una puta capa de invisibilidad!
Si os preguntáis porqué… Digamos que tuvimos la conversación
más embarazosa de la historia de las conversaciones embarazosas, cuando el
querido señor Superman dejó caer que me había visto desnuda, volviéndome loca
en el suelo del baño.
No sé qué se me pasaba por la cabeza para no haberlo
siquiera intuido. Claro que me había visto. Estaba en su casa y estaba
gritando. Obviamente había ido a ver qué pasaba.
Así que después de que me llevara a la habitación un
suculento plato de espaguetis, de que se sentara a mi lado y me sonriera,
después de que yo le volviera a mirar pensando en lo guapo que estaba… Me soltó
la bomba.
-Menos
mal que estás mejor. Cuando te vi así… -la frase se quedó en el aire. A él le
cambió la cara a un gesto que claramente decía << ¿Por qué acabo de
cagarla?>> y a mí, bueno… soy yo.
-Joder. No. Me
viste desnuda y teniendo un ataque de locura… Genial-solté en tono irónico y
empecé a reírme de una manera que afianzaba el hecho de haberme vuelto loca en
una bañera.
-Erín
no… yo no…-balbuceaba Jim, rojo como un tomate.
-Creo
que de… deberías irte y dejarnos a mí y a mi dignidad unos minutos. Por
favor-le susurré. Él asintió varias veces, convencido de que no estaba diciendo
ninguna tontería.
Cuando se fue, me tapé la cara con ambas manos ¿Cómo iba a
volver a mirarle?
En ese instante, estaba convencida de querer salir de allí,
de cerrar la puerta a que todos en esa casa escucharan mis gritos.
Una vez más, me equivocaba.
Oí de nuevo la puerta y pensé que era él, dispuesto a
decirme que esa noche no había estado en casa (Hubiera preferido la mentira).
Pero no, era Jerry.
Me alegré de verle, pero no solo porque no fuera el señor
Superman, sino porque le había dejado un ojo morado. Le había gritado cosas
horribles… Y no había podido pedir perdón de manera sincera. Lo que me sorprendió es que su
mirada volvía a ser la misma de siempre, incluso con el ojo morado. Alzó las
cejas y formó una sonrisa burlona mientras cerraba la puerta.
-Veo
que anoche estuviste de juerga- dijo, llegando a mi lado. Su humor también
volvía a la normalidad.
-Llegué
tarde y bebida-repuse, ayudada de mi voz ronca.
Suspiró y se sentó dónde hacía unos minutos había estado
Jim. Y volví a pensar en él, en mí y en el momento bochornoso. Jo-der.
-Me
alegra que me sigas las bromas.
-Y a mí
que no me hayas denunciado por destrozarte la cara.
-No te
preocupes, no es más que un ojo. Me hace parecer atractivo-se rio por lo bajo y
sacó un cuaderno de notas-Ahora hablemos en serio ¿Cómo te encuentras? ¿Has
tenido pesadillas?
-Intermitentes,
supongo que por los sedantes de caballo que me diste.
-Erín,
el miedo irracional es algo que tenemos que controlar.
-¿Sabías
que iba a pasar esto?-le pregunté decidida, aunque tenía muy clara la
respuesta.
-Me
dedico a casos difíciles. Como el tuyo y él de Jim-Genial, ahora éramos un
mismo saco-Sabía que esto iba a pasarte factura, antes o después. Las semanas
que has tenido anteriormente han sido un breve periodo de negación. Me convencí
de que era así con el flashback del ascensor.
-Era la
calma que precede a la tempestad-reconocí, citando esa frase que no estaba segura de dónde la había oído.
-Exactamente. Desde luego necesito positividad por tu parte, ganas de avanzar.
Las tenía, odiaba las pesadillas y ese terror que me hacía
perderme a mí misma, pero era ridículo que sin saber que había intentado
suicidarme, me dijera esas palabras tan obvias. El duendecillo seguía siendo mi
dolor de muelas, mi karma personalizado.
Me quedé callada unos segundos, mirando fijamente los
hoyuelos que se formaban entre sus mejillas.
-Claro-dije
finalmente.
Sonrió y los hoyuelos se volvieron más pronunciados.
-Por
ahora, empezaremos con algo sencillo ¿Qué sueñas?
Volvía a odiar a ese duendecillo y su actitud simpática y despreucupada.
No quería contar esas cosas en voz alta, estar expuesta, volver a oler el
miedo… Pero de nuevo, era él o yo, y yo no solía ganar desde hacía años.
Cogí aire, miré el colchón y retorcí las sábanas con mis
manos sudorosas.
-Me
ahogo… Y oigo un pitido-murmuré con voz ahogada.
Casi podía oír ese sonido, aunque sabía que me lo estaba
inventando. Mi locura avanzaba y lo notaba igual que si me estuvieran retorciendo la garganta.
-¿Cómo
cuando te sumerges en el fondo del mar y los oídos…?
Noté un escalofrío por la espalda y tragué saliva. Me estaba
empezando a marear y solo era una pregunta. Me froté las sienes y desvié la
mirada a la mano veloz de Jerry, que escribía con decisión sobre el papel. Estaba fatal, un puto desastre.
-Sí… es… algo así.
-¿Qué sientes?
Otra pregunta. Otro jarro de agua fría que me dejaba
tiritando y desnuda. Me convencí de que podía, de que tenía que aguantar fuera lo que
fuese porque no era una cobarde. Era Erín Roach. Me aclaré la garganta y cerré los ojos, sintiéndome imbécil y vulnerable.
-Desesperación.
La palabra resultó ser muy larga o demasiado realista... Mi respiración empezó a agitarse y llegados a ese punto, no me reconocía. Hola locura, encantada de volver a verte.
-Necesito
salir de allí y no puedo… Porque el agua no me deja. Y… y el pitido-seguí, con
la voz quebrada-Hace frío.
-Tranquila,
estás aquí.
-Sé que
estoy aquí-gruñí.
-¿Qué
pasa después?
-No lo
sé… ¿Qué pasa después?-repetí y eché un vistazo al duendecillo, que estaba un
poco nervioso-No sé… Me ahogo, el agua me quema.
<<Mierda, respira, respira. >>
Me limpié las lágrimas con la manga de la camiseta y me
froté las manos.
-Erin…
-¿No
voy a volver a darme un baño? ¿Nunca más?
Ni siquiera sé cómo dije esa pregunta, ni porqué la dije…
Pero fue ahí cuando comencé a perder de nuevo la cordura.
-Será
mejor que probemos con las duchas ¿Vale?-Me estaba hablando como a
un bebé y eso logró alterarme más.
Todo se juntaba.
El mar.
El pitido.
Jim.
Yo.
Y volví a ir a cientos de kilómetros por hora.
-Erin ya está. Hemos acabado. Erin, no pasa nada.
De pronto, las cosas empezaron a aclararse. Todo estaba “bien”
y mi flashback había cesado. Agradecí que mi pulmón solitario no soportara el estrés
y me hiciera desvanecerme de allí unos minutos.
Por lo menos uno de mis órganos me facilitaba las cosas.
Abrí los ojos y Jerry seguía ahí, preparado con un vaso de
agua y esos ojos ¡Otra vez! Aunque por lo menos no le había pegado, así que me
convencí de que ya era un avance importante.
-Que
mierda de terapia-admití con cansancio.
-Que
paciente tan mala-repuso él y me dio unas palmaditas en el hombro mientras se
levantaba con dificultad.
-¿Te
vas ya?-le pregunté, para mi sorpresa. No quería estar sola, aunque fuera
Jerry, el duendecillo era mejor que nada.
-No
creo que quieras que me quede más tiempo.
-Y no
quiero, pero… Iba a ducharme. No quiero hacerlo sola-estaba sonando como algo
sexual y mientras me avergonzaba de ser tan idiota, me eche a reír. Había
llegado a un nivel extremo de incoherencia.
-Soy
médico, Erin. No te avergüences. Además, si te quedas más tranquila, tengo
novio.
Suspiré con alivio al saber que mi duendecillo era gay.
Algo intuía con sus atuendos estrafalarios, pero no puedes juzgar a alguien por
su aspecto y más si quien lo hacía era una suicida. Así que me encontré metida en la bañera, duchándome en una
actitud algo previsora, delante de Jerry, que trastocaba la radio para coger
bien una emisora decente.
-¿Te
gusta el rock?-me preguntó, mientras bailaba torpemente.
-Me
gusta el rock-contesté tensa.
El agua caía desde arriba a mi cuerpo, sin mucha fuerza.
Estaba caliente, pero aun así, me incomodaba esa sensación.
-Bueno,
¿Cómo vas? ¿El agua está fría o…?
-No-respondí
aunque sabía bien que lo preguntaba por el temblor de mi cuerpo-Está caliente.
-Pues
deja de tiritar.
¿Si era tan fácil porque no lo hacía? Claro, mi trauma.
-¿Qué
tal vas con Jim? Me ha contado que tuvisteis un encontronazo.
Imaginé una gran cantidad de insultos para mi querido Superman y su lengua viperina.
Imaginé una gran cantidad de insultos para mi querido Superman y su lengua viperina.
-¿Te ha
contado lo de mi apartamento?-cuestioné, apretando la mandíbula.
-Soy su
confidente.
-¿Y por
qué me lo estás contando a mí?
-No te
estoy contando nada.
Jerry y su sutileza. Lo odiaba.
-Bueno,
mal después de saber que me vio desnuda y queriendo matarte.
Pensar solamente en esa situación me revolvió las tripas e
hice un esfuerzo por no vomitarle encima.
-Es curioso
que él no viera eso-dijo, como una bomba. Fruncí el ceño y mi cara dejo paso a
miles de dudas ¿En realidad no me había visto? ¿Qué cojones decía?-quiero decir, que no fue eso en
lo que se preocupó.
-No… No
te entiendo.
-Él
tuvo una crisis justo después. Se puso muy nervioso. Pero se controló y pasó
toda la noche conmigo mientras dormías. Me ayudó mucho. Diana no estaba y…
-¿Por
qué?-le corté, confundida. Estaba flipando y está vez no era porque me hubiera
vuelto loca.
-Porque
no duerme en esta casa, ella…
-No, lo
de Diana no me importa-le solté bruscamente (en realidad me importaba. Me
alegraba de que no durmiera allí)-¿Por qué Jim…? ¿Por qué se…?-busqué las
palabras exactas para formular la pregunta, pero por alguna razón inexplicable,
ninguna me resultaba factible.
Por suerte, el duendecillo supo bien lo que me rondaba la
cabeza e hizo lo que mejor se le daba; responder con otra pregunta.
-¿Aún
te lo preguntas?
Sus labios se elevaron un poco hacia arriba, sonriendo
levemente.
Yo me puse roja como un tomate.
Y volví a tener en mente un momento muy embarazoso.
<<No puedo, Erin>> Esa frase, sus ojos azules…
No sabía que estaba pasando, pero ahí, en una ducha
aterradora, frente a Jerry, supe que no me apetecía jugar. Ya tenía suficiente
con todo ese miedo, con que mi cabeza fuera un lio y con todo lo demás. No iba a añadir otra mente perturbada a la ecuación, que junto
con la mía, iba a dar un resultado que se alejaba un tanto de lo ideal.
Como siempre, me contradecía a mí misma. Porque cada día me gustaba más.
LO SABÍAA, A LO SABÍAAAAAAAA. ALGO PASA ENTRE ERÍN Y JIM :D Ah, te quiero más solo por mencionar a Harry Potter y diooooos, me suicidaría si alguien me viese desnuda y loca como Erín :( ¿Por qué el karma la persigue? ¿Tan mala era? Espero que algo bueno le toque ;) El capítulo ha sido de esos que me dejan con ganas de más, como casi todos.
ResponderEliminar¡Un besazo!
Como siempre tus capítulos geniales, y este es uno mas, cada día Erin me gusta más ;)
ResponderEliminarGracias por escribir
Geniales el anterior capitulo y este.
ResponderEliminarEl trauma de Erín me angustia muchissimo. Pobrecita lo que está pasando por una mala decision.
Espero que tengas el proximo pronto
Un beso
PD: siento haber tardado en pasarme, el instituto me está matando