lunes, 16 de diciembre de 2013

Capítulo 10: Esta soy yo intentando ser otra persona.




Hicimos una pequeña excursión a urgencias, dónde finalmente, pasamos unas horas muy largas. Para nada, porque yo estaba bien y sólo querían cerciorarse. 

Éramos un grupo un tanto raro que alborotó la planta baja del hospital. Yo hacía bromas inteligibles que a nadie parecía hacerles gracia y los demás, bueno, discutían y estaban cansados. Al principio, como la fiebre me tenía drogada, no les presté atención, pero conforme pasaban las horas y los antibióticos hacían efecto, la realidad se aclaraba. Hasta que al final fui consciente del todo. Demasiado. Y rogué porque la temperatura me subiera de nuevo, porque me sedaran y no tuviera que ver aquello. 

Jim estaba sentado en una cama a mi lado y tenía la mirada perdida en el suelo. Jerry y Diana discutían fuera y sus voces traspasaban el cristal que separaba la sala de espera de la zona de camas.

                -Te dije que no saliera ¡Y la sacas tú mismo!-le gritaba Diana, que tenía un gesto que bien presagiaba que iba a morderle.

                -¿Por qué no has venido está mañana?-le preguntó Jerry-No le distes las pastillas... 

                -¡Anoche nos pelamos!-exclamó ella y de repente, se echó a llorar.

Incluso para mí en ese estado, resultaba triste la historia de la pobre chica a la que su novio había olvidado.
Incluso para mi...


                -Deberías ir a hablar con ella-susurré a Jim, que despertó de repente de su ensueño y me miró confundido.

Aun así, estaba adorable…Yo sin embarco era demasiado superficial y no podía evitarlo. El pobre estaba pasándolo mal y yo me fijaba en su físico. 

Genial.


                -¿Qué? ¿Con quién?-se extrañó.

                -Diana, fuera.

Se levantó sin importarle lo más mínimo lo que le estaba diciendo y me cogió la mano. Tenía los ojos rojos y apretaba los labios con fuerza.

                -Estaba preocupado.

                -Mi salud es una mierda, posiblemente me hagan Vip o algo así y me den un millón de euros.

Conseguí que se riera un poco y eso me bastó para conseguir despertarme del todo.

                -¿Quieres que llame a Jerry?

                -Vale ¿Le has contado que…?-noté como mis mejillas subían de temperatura y me aclaré la garganta para rellenar esa incómoda situación.

                -No ¿No quieres que se lo cuente?-cuestionó confundido.Ni yo misma me había planteado si quería que nuestro compañero de penalidades se enterara de nuestra atracción. 

Negué mirando hacia fuera, dónde Diana seguía llorando en el hombro del duendecillo.

                -Puedes contárselo, no me importa. Pero creo que no está bien que le hagas esto a Diana, ella es… es genial

                -¿Diana? Erín, me importa una mierda quien diga que es. No sé quién es. No la tengo aquí-se señaló con un dedo tembloroso a la cabeza. Vi como su pecho se levantaba con energía una y otra vez y supe que ese era un punto que no podía tocar.

                -Bien-dije y cerré los ojos para dar por concluida la conversación.

Oí como la puerta se cerraba y volví a abrirlos. Jerry estaba entrando y él, el señor Superman, no estaba al alcance de mi visión.

                -Quiero volver a mi apartamento. Ir a la universidad y que todo vuelva a ser como antes-susurré mirándolo fijamente.

Puede que ahí quisiera escapar, con todas mis ganas... pero no iba tenerlo tan fácil.

                -Eso no va a pasar-contestó con contundencia, colocándose la corbata-Puedes ir a la universidad, pero seguirás bajo mi supervisión-asentí con cansancio-Ahora vístete para que nos podamos ir a casa a descansar un poco.

Cogió mi ropa y me ayudó a cambiarme el camisón del hospital por una camisa de Jim y unos vaqueros un par de tallas grandes.

Me sentía fatal, como una niña pequeña que tiene que confesar que ha roto el jarrón favorito de su madre. Sólo que Jerry se alejaba mucho de una relación maternal… O no. No había reflexionado lo que me esforzaba por olvidar, hasta ese día. El motivo de todos mis problemas. La estupidez que me llevó a hacer algo suicida y sin ninguna lógica.

Quizá fuera algo positivo. Confesar. Y quizá eso me llevara a sentirme mejor.

                -Jerry… tengo que decirte algo-antes de empezar esa frase supe que no iba a poder, así que me quede en un estado de ausencia momentánea. O como me gustaba llamarlo, una transición del mundo.

Supongo que era otra de las ventajas de mis trastornos mentales, las ausencias, comparables a viajar durante unas horas y volver sin saber a dónde había ido. Así que no recuerdo nada del trayecto a casa. Y me alegro, porque no hubiera soportado estar consciente en el coche, con mi grupo de escapada y sus caras de reproche.

                -Erín, ¿Puedes levantar los brazos, por favor?-la voz Jerry me sobresaltó. De repente estaba en mi habitación (que no parecía mi habitación). Estaba ordenada y todo había cambiado. Las cortinas, la ropa de cama… Incluso algunos detalles de la pared.

                -Ya lo hago yo-murmuré y le agarré el brazo. El duendecillo se sorprendió al verme de vuelta y sonrió como un niño-Ha sido un día muy largo.

                -Podemos hablar mañana, hoy te dejo el día libre.

Me seducía la idea de un día sin Jerry. Me pregunté si con el tiempo que me dedicaba podía tener vida, fuera de nosotros. Seguro que llegaba a casa extremadamente cansado y su novio le obligaba a dormir en el sofá o algo por el estilo, que me devolvía a mi querida culpabilidad. Ella y yo éramos uña y carne.

                -Estarás bien-preguntó. Quizá había vuelto a irme unos minutos, parpadeé y asentí.

                -Puedes irte tranquilo… y… eh, ¿Podías decirle a tú novio que lo siento?

                -Se llama Jack y seguro que se alegra de oír eso.

                -¿Soy famosa? ¿Tenéis mi foto en el frigorífico o algo así?

                -No te lo creas tanto-bromeó, guiñándome un ojo.

Después de ese durísimo día, me quité la ropa y me metí desnuda en la cama. El colchón me abrazó con ganas y pude notar un escalofrío de placer por todo el cuerpo. Solo había un problema, que estaba amaneciendo y mi habitación completamente iluminada. Bufé y me levanté para cerrar la persiana, sintiéndome miserable… Entonces, llamaron a la puerta. Mi subconsciente hizo que me quedara completamente inmóvil, esperando a quien fuera.

               <<Estoy desnuda>>
     
               -Vengo a traerte un zumo de…-su voz seductora se quedó en el aire.

Estaba enfrente de mí, mirándome. Superman, rojo como un tomate. 

Y yo estaba desnuda. Desnuda, delante de su cara.

Su gesto se desfiguró y yo por fin reaccioné y ahogué un grito, agarrando la cortina y envolviéndome en ella.
Jim me dio la espalda, tapándose los ojos.

                -Oh mierda, lo siento… mucho. Mierda. Tendría que haber llamado. No he visto nada, tranquila-balbuceaba, nervioso. Y yo... bueno, ni idea. 

                -No… No pasa nada-contesté cerrando los ojos con fuerza, intentando desaparecer de allí.

No podía creer que hubiera pasado por segunda vez. Solo que está vez era incluso peor. Podía tener suerte y morirme de vergüenza pero en vez de eso, mi cabeza grabó el gesto de Jim en mi retina, haciendo que lo reviviese una y otra vez. Dejó el zumo encima de la mesa, sin darse la vuelta y cerró la puerta tras él.

¡KARMA! 

                -¡Joder! ¡JODER!-grité y salté hacia la cama.

¿Habéis tenido ese tipo de sueño en el que paseas desnudo por la calle? Me sentía así, sólo que aún peor porque no iba a despertarme y descubrir que no había sido real. 

Los planetas debían estar alineados porqué me dormí enseguida, mientras rememoraba esos ojos azules. Así que por unas horas, conseguí algo de paz.


El despertar fue peor; Era como tener resaca, multiplicada por una tonelada de arrepentimiento y algo de dolor de espalda. Quería llorar e hibernar, no tener esa asquerosa sensación de tener que cruzarme con él en la cena. Miré el reloj, estirándome en la cama. Eran las diez de la noche y me moría de hambre, pero obviamente, no pensaba bajar a tener un encontronazo. Decidí llamar a Fiona, creo que llevaba más de tres semanas sin hablar con mis amigas (y con todo el mundo), sin contarles “mis novedades”, por lo que me esperaba su tono de sorpresa.

                -¿Erín?

                -Hola-murmuré abochornada. Era una mal amiga. Una amiga de mierda que pasaba de ellas. 

                -¿Estás bien?-me preguntó con recelo.

                -Sí, estoy bien… pero quería saber si Alana y tú estáis ocupadas, haciendo algo-¿Por qué me daba la sensación de ser tan ridícula?-Quiero veros… Quizá sea muy tarde…

                -Vamos para allá-sentenció y la línea se quedó en silencio-Recogeré a Alana del gimnasio. 

                -Genial ¿Podéis traer algo para comer?

                -Sí, claro ¿Comida china te parece bien?-hizo una pausa y luego se escuchó un bufido-Ya, claro, te encanta. 

Antes de que pudiera decir algo más, escuché el pitido constante de la línea. Los nervios llegaron justo después ¿Qué iba a decirles a mis amigas? ¿Qué estaba tan deprimida que me vi incapaz de contestar sus mensajes? ¿Qué ni siquiera había pensado en ellas? ¿Qué era horrible?

Antes de que pudiera reflexionar cada punto de la conversación que iba a tener, y mientras adecentaba mi aspecto, llamaron a la puerta. Sólo me habían dado una hora para prepararme... Y no lo estaba. Pero ¿Cuándo iba a estarlo?

Eran ellas y hasta parecían ellas, sólo que un poco más enfadadas.

                -¡Andas!-exclamó Alana, pasmada, tocándose la melena pelirroja con nerviosismo.

                -Un poco-expliqué apoyando mi mano en la columna de madera de la cama- Pequeños pasitos. 

                -¿Has seguido la dieta de la alcachofa? ¿No consumes alimentos por el cambio climático?-preguntó Fiona con sarcasmo, fijándose en mi delgadez.

Sabía que no iba a ser fácil, pero me reí. 

                -Más bien lo segundo, veo que tú sigues igual de simpática-no tenía ni idea de porqué estaba a la defensiva, ella tenía todo el derecho de mundo a ser mala. Yo no.

                 -Quizá es que no notes mi ironía...

                -¿Podemos parar ya?-inquirió Alana.

La buena de Alana. Respiré hondo y decidí pasar por alto el comentario.

                -Tengo que explicaros que pasa y por qué he sido tan tonta.

                -Aquí tienes tu comida china-me soltó Fiona, dejándola de mala manera sobre la mesa.

                -Fiona… No quiero que estés a la defensiva-le rogué con pena, sentándonos en la mesita.

                -La vida es injusta-me soltó. Mis tripas se encogieron y aguanté las ganas de vomitar. Tenía que soportar mis nervios y no montar una escena como la de la mañana.

                -Fiona-la advirtió Alana-Me habías dicho que ibas a contenerte un poco.

                -Pues no puedo, ahora que la tengo delante-me miró y frunció el ceño, soltando una risita- ¿Por qué no cogías nuestras llamadas?

Directa a la diana. Tenía que escupir toda la verdad. Me acomodé en la silla y empecé a hablar.

                -¿Recordáis el última día que estuvisteis aquí?

Las dos asintieron, así que continué mi dramático relato de cómo perdí la cabeza en algún momento. Intenté salir airosa de la "situación", aunque era difícil, con dos pares de ojos clavados en mí. Nunca me planteé ser ellas, ajenas a todo el follón, pensando que su amiga las odiaba. Y ahora les soltaba la bomba sin ponerles un poco de protección, ni de adornarlo con papelitos de colores.

Lo que me impresionó es que no las conmoví ni lo más mínimo. Al contrario. 

                -¿En serio?-susurró Alana, cuya voz estaba escondida en algún rincón de su cuerpo.

                -¿Quién coño te crees que eres para ocultárnoslo todo?-exclamó Fiona. Juro que le vi llamas en los ojos.

La lógica me había abandonado hacía unos meses. Así que, empecé a reírme. Al principio fue en contra de mi voluntad, pero luego las carcajadas salieron con ganas, obligándome a tomármelo de otro humor. Lo mejor es que ellas me siguieron cuando el desconcierto fue demasiado insoportable. Se rindieron y hubo un instante en que dejé de ser yo. Éramos solo nosotras, riéndonos de la vida.

                -Así que mientras que estamos aquí podrías sufrir un ataque o algo parecido, intentar matarnos…

                -Quizá sí o quizá no. Debéis portaros bien.

                -¿Qué tal con James?-preguntó Fiona. Mierda. 

Volví a notar ese calor una mezcla de algo de ilusión por recordar su beso y ese sentimiento embarazoso de verme en condiciones deplorables.

                -Me beso ayer-confesé sin mucho ánimo. Las dos ahogaron un grito y las vi tan ilusionadas que decidí romper el momento-Y después me dormí en sus brazos... tenía fiebre. 

Volvían a tener ese gesto de incredulidad.

Genial, contándolo era más absurdo que en mi cabeza. Y aún no habían escuchado la mejor parte.

                -Fuimos al hospital, bueno me llevaron al hospital. Todos. Diana, Jim y Jerry. Creó que se pelearon allí.

                -¿Quiénes?-dijeron al unísono, impacientes.

                -Diana y Jim. No sé por qué, estaba medio ida.

                -¿Te encuentras bien?-inquirió Alana con preocupación.

¿Qué mierda importaba eso?

                -Sí. No es nada.

                -¿Qué paso después?

Cogí la cantidad de oxígeno que me permitía mi pulmón solitario y con él, algo de valentía.

                -Llegamos a casa y me quedé desnudé delante de él.

Alana palideció y parpadeó varias veces.

                -¿Qué?

                -Puta loca-Susurró Fiona.

Me di cuenta de lo mal que había sonado. Fatal.

                -No ¡No! ¡NO! ¡MIERDA, NO!-grité, levantando las manos-A ver, llegué cansada, me quité la ropa y él entró sin llamar. Fue incómodo, raro y extremadamente bochornoso.

                -Eres imbécil.

                -Lo peor es que no es la primera vez...

Llamaron a la puerta un par de veces. Se me cortó la respiración cuando entro Diana ¿Qué había escuchado? ¿Tanto habíamos gritado? ¿Iba a ponerme una inyección letal y decir que me había suicidado?

La observé detenidamente, parecía decaída y ojerosa, incluso me dio pena. Siempre estaba contenta e intentaba animarme, aunque yo estaba destinada a odiarla, siendo quien era.

                -Hola chicas, he venido a tomarle la temperatura a Erín-dijo, dedicándonos una sonrisa taciturna-Que aproveche.

                -Gracias-respondimos las tres al mismo tiempo.

                -¿Te encuentras mejor?-preguntó y me dio el termómetro-Es culpa mía. 

                -No tranquila, es sólo un resfriado. 

Los minutos que el termómetro tardó en pitar fueron extremadamente largos. Tuve que contenerme para no hacer un chiste malísimo Y creedme, eso lo hubiera empeorado. 

                -No hay fiebre. Sobrevivirás.

                -Que bien-murmuré, aparentemente aliviada. No se me daba para nada bien lo de fingir, pero por el gesto que me dedicó, a ella si se le daba bien calarme.

                -Me pasaré mañana. Espero que lo paséis bien… intenta acostarte pronto esta noche.

                -Bien-contesté y la seguí con la mirada hasta que cerró la puerta. Esperé a escuchar el ascensor bajar para convencerme de que había pasado el peligro. 

En ese momento, bufé y no fui la única que lo hizo. Era como volver a respirar después de contener el aliento en una cámara de gas.

                -Es guapa-admitió Fiona.

                -Lo sé.

Yo era la que pulsaba el botón. No había fabricado la trampa, pero no me disgustaba la presa, así que estaba a punto de hacerlo. Mi mente, amordazada, sopesaba las ventajas y los inconvenientes de mis actos.

¿Mi felicidad?

¿La de ella?

¿La de él?

Decisiones y más decisiones que iban a estrangularme como si fuese un animal asustado.



4 comentarios:

  1. Genial Jane, es que no pieces escribir mejor !!
    Muchos besos, desperate os impatient es al siguiente.

    PD: ¿ cuando publicas de " Quedate una noche mas "?

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  2. Suerte que se le ha bajado la fiebre.
    Madre mia, que bochorno tiene que haber pasado Erin cuando Jim la ve desnuda, buuuf....
    Un beso!

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  3. Pobrecilla!!
    Qe vergüenza qe la vea desnuda !!
    Y lo del beso a sido genial !!!!
    Escribes ... Nose como describirlo escribes genial ESPERO EL SIGIENTE!!!!

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  4. me encanta.... esta muy emocionante cuando subes el siguiente??

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